jueves, 9 de febrero de 2012

LA EDUCACIÓN SEXUAL EN LA ESCUELA:“DE ESO NO SE HABLA”


“…aquello que acontece en la escuela, aquello que se habla y lo que no se habla, tiene un sentido particular…la palabra del/a docente constituye una voz legítima frente a otras voces que se escuchan en la sociedad.”
Graciela Morgade

Hace ya seis años que se aprobó la ley de educación sexual y sin embargo aún este contenido curricular no ha sido discutido lo suficiente entre docentes. Si bien parece un tema superado se escuchan muchos silencios alrededor de su trabajo en el aula. 
Frente a la insistencia de algunos sectores intelectuales de ubicar a la educación sexual como un contenido de la biología o de las ciencias naturales, se impone un debate que implica enfrentamientos y que siembra quiebres necesarios de superar, para construir una sociedad abierta y libre que permita a sus miembros transitar su sexualidad como otros aspectos de su vida. Se trata de abrir una puerta en la escuela para instalar un tema muchas veces considerado “tabú” o privativo de las familias en un mundo que hoy considera lo privado como público.

LA NECESIDAD DEL CAMBIO EN LAS PRÁCTICAS AL INTERIOR DE LA ESCUELA

En el siglo XX la figura de la mujer toma nuevas características gracias a los movimientos feministas que las convocaron. Ana De Miguel analiza la evolución del feminismo diferenciando el feminismo premoderno del siglo XVII y su lucha por la igualdad sexual, del feminismo moderno con el aporte de las nuevas ideas de la Revolución Francesa que impulsaba la reflexión de esa igualdad sexual desde la política; y finalmente, luego de un arduo análisis de los feminismos de la igualdad llega al siglo XX de la mano de los feminismos de la diferencia donde se reivindica a la mujer como otra diferente. Estas corrientes basadas en la diferencia plantean una visión cultural de la construcción de los géneros.
En nuestra sociedad el impacto de la diferencia de géneros es tan fuerte que hasta en el lenguaje castellano la encontramos. Éste, en forma implícita, conlleva en su esencia una marcación clara que diferencia los géneros apoyándose decididamente en el género masculino para generalizar situaciones.
En tanto no se reviertan ciertas prácticas escolares que continúan marcando desigualdades, naturalizándolas, sin apropiarse de la verdadera razón cultural, seguiremos educando en la injusta diferencia.
Hoy, en el siglo XXI el feminismo toma una nueva forma, no desaparece porque la igualdad sexual no está instaurada aún en nuestra sociedad. La lucha por una democracia paritaria continúa y la escuela es depositaria de estas cuestiones al punto de rever las prácticas en cuanto a la enseñanza de la educación sexual, para lograr que los sujetos construyan su sexualidad en pos de la igualdad, la tolerancia y la real conciencia de la libertad de expresarse sin sentirse limitado por la cultura.
Los códigos sociales reprimen y controlan, pero también producen cuerpos dóciles (Foucault), o sea que hay un efecto productivo en la vida social y ese efecto es principalmente sobre el cuerpo, siempre presente en nuestra vida, desde el nacimiento. Los cuerpos, divididos de las mentes en la escuela, parecen tomar un significado vergonzante por lo cual se reprime su exposición y así obtenemos subjetividades que en muchas ocasiones tienen dificultad para la expresión oral o para aceptarse tal cual son. En este sentido, la educación sexual entendida como enseñanzas para el placer y la libertad de elección, aparece como “tabú” en la escuela.

Quizás el camino de la reforma de las prácticas escolares está en reconocer la multiplicidad de géneros, la igualdad de los mismos y el respeto por las minorías de toda índole,  sin dejar de reconocer la importancia de los cuerpos, cuestiones aún no resueltas por el conjunto de nuestra sociedad. La materialización de esos cuerpos hoy tiene normas que lo regulan con la finalidad de asegurar el funcionamiento de la hegemonía heterosexual convirtiéndose en un “cuerpo viable” o “normal” para nuestra sociedad. Son los “cuerpos que pesan” como describe Judith Butler, los cuerpos que califican como correctos, dentro de la norma, los heterosexuales, los hegemónicos. Pero entonces cabe preguntarse qué sucede con los que no califican, con aquellos que no se apegan a la norma.

¿De qué hablamos cuando hablamos de educación sexual en la escuela?

            La escuela, según Althusser, es el aparato ideológico del estado que más fuerza aplica en la construcción de las identidades de los sujetos. Por esto es que creo que allí es donde debemos buscar qué aprenden estos sujetos que hacen que construyan subjetividades tan delimitadas, tan rígidas en lo externo y que producen tanta dificultad al reconocerse fuera de la “normalidad”, y pongo esta palabra entre comillas porque no creo en la norma a la hora de identificarse con un género o con un pensamiento político o ideológico. Esta construcción de sujetos feminizados y masculinizados es atravesada por la educación formal y es importante entonces articular sexo y género para lograr una mayor comprensión de lo que sucede en esa construcción. La escuela implica una imposición de una visión del mundo desde una clase social y también desde un sector de género.
Cuando comencé a revisar artículos e investigaciones sobre EDUCACIÓN SEXUAL encontré que se habla de EDUCACIÖN SEXUAL para nombrar y estudiar los órganos reproductores, las enfermedades transmitidas por vía sexual y la importancia de un sexo responsable. Pero no encontré dentro de la institución escuela la vinculación de esta enseñanza con las prácticas sexuales, las diferencias de género o la búsqueda de la identidad y sobre todo del placer. Por eso me propongo esta reflexión acerca de por qué no se enseña Educación Sexual en la escuela.
Desde las Ciencias Naturales el tema por excelencia en el segundo ciclo es la reproducción y el desarrollo: se distingue entre la reproducción sexual y asexual, nociones de fecundación, cambios según el sexo en diferentes organismos animales y vegetales. En las experiencias propuestas se comparan individuos de distintos sexos y edades en una misma especie animal, incluso de los humanos tomando en cuenta características externas, órganos reproductores internos y externos, sin mediar las igualdades, todo esto tendiente a acentuar las diferencias entre hombres y mujeres según mi criterio.

Sin embargo desde la Formación Ética y Ciudadana se propone la reflexión sobre “la dignidad humana y los derechos fundamentales de todas las personas, el paradigma de la igualdad y sus violaciones en las relaciones de género, entre sectores sociales o grupos culturales” y por otro lado la reflexión sobre “los fundamentos de costumbres y valores socialmente aceptados, la diversidad cultural y la libertad en las elecciones vitales para la búsqueda de la felicidad.”
Por otro lado, a pesar de los avances a instancias de la ley, aún existe el prejuicio de que este tema es privativo de la familia, que no debe hacerse público por lo cual la escuela como espacio público no es el ámbito adecuado para brindar información. Entonces los padres y las madres, antes de la aprobación de la nueva ley de educación sexual, se inmiscuían en las prácticas docentes, autorizando o no talleres o clases referidas a la sexualidad. Hace algunos años esto era indefectiblemente así. La sexualidad era un asunto privado, personal sin ninguna conexión con lo social.
Todo lo relacionado al placer, las fantasías y dudas de los chicos y chicas quedan en el ámbito privado, es secreto. Allí viene el control y la censura que trae como consecuencia vergüenza y culpa.
Se trata entonces de enseñar valores, el valor de la libertad de elección, el respeto por la diferencia. ¿Y no es verdad que todos/as los/as docentes, en todas las áreas enseñamos valores como temas transversales? ¿Entonces por qué estos temas no son considerados como EDUCACIÓN SEXUAL? Y más, ¿por qué no son reconocidos esos valores como tales en la escuela?
SILENCIOS QUE DICEN MUCHO

Las diferencias de género logran el control esperado en la escuela, como lo plantea Foucault. El hecho de que el masculino se pueda parecer al femenino es motivo de vergüenza y entonces tenderá a volver al cause que la hegemonía ofrece.
Lo que la escuela enseña como currículum oculto es una interpretación heterosexual irreflexiva de los deseos de las personas. 
Bellucci y Rapisardi dicen atinadamente: “El IRRESPETO CULTURAL se traduce en una situación de desventaja en la redistribución de bienes económico-culturales, y la desigualdad económica imposibilita la participación igualitaria en la construcción de la cultura”. Con esta frase estos autores aluden a las desigualdades desde todos los puntos de vista, no sólo el de género concluyendo entonces que el género es una más de las excusas para esas desigualdades tendientes a la distinción de culturas.

            Pero el silencio que reina sobre la enseñanza de LA EDUCACIÓN SEXUAL en la escuela no es un verdadero silencio, sino una forma clara de “decir”, decir por ejemplo quienes deben ser sujetos feminizados o masculinizados y cómo deben comportarse, decir cual es la norma para pertenecer a la sociedad sin ser rechazado.  Y por otro lado es el “currículum evadido” que como sostiene Susan Bailey y retoma Morgade, es aquello de lo que no se habla, lo que debería estar pero no está.
En esta escuela que hoy tenemos todavía debemos trabajar mucho para instalar a la educación sexual como un contenido más dentro del diseño curricular. 
Deberemos reconocer que el sexo y la sexualidad están presentes en la cotidianeidad escolar constantemente, sólo que “de eso no se habla”.




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