NUEVAS INFANCIAS PARA NUEVOS
MEDIOS DIDÁCTICOS
“Con cada nacimiento algo singularmente nuevo entra
en el mundo”
Hannah Arendt
En la última década, con la difusión los nuevos
medios de comunicación digitales, las nuevas tecnologías, se han producido
grandes cambios en la vida personal, laboral, a nivel grupal y social. Con este
nuevo escenario, la educación también se ve inmersa en una nueva realidad y
debe transformarse para subsistir. Aparecen así cambios en las formas de
circulación y apropiación del conocimiento, cambios que implican otros modos de
intervención docente y construcción de nuevos espacios educativos en línea, por
ejemplo.
Estos cambios han comenzado a generar expectativas
y demandas múltiples hacia el Estado, los sistemas de enseñanza y los docentes.
Asimismo, plantean nuevos desafíos educativos y de gestión del conocimiento a
diversos tipos de organizaciones.
En las sociedades modernas se cree que el niño al
nacer trae consigo algo nuevo. Jorge Larrosa dice que un niño que nace es “algo otro”. No podemos saber
cómo serán esos nuevos niños que llegan al mundo pero como adultos intentamos
por todos los medios reducir esas diferencias, educándolos para convertir a
cada niño en uno de nosotros. Entonces dejan de ser una amenaza para
convertirse en la esperanza de la continuidad como aporta Gabriela Diker.
“Como efecto de diversos procesos… hoy se registran
cambios muy profundos en el modo en que los “nuevos” ingresan al mundo y en el
modo en que el mundo les es presentado…hoy hay miles de pantallas presentando
una infinidad de mundos (reales o virtuales, poco importa) a los que los niños
llegan y de los que participan sin la intermediación adulta; al mismo tiempo
fuera de las pantallas hay un mundo que tampoco parece tener porteros, ni
discursos de bienvenida, ni gestos de recepción, en el que no hay lugar para
todos, y en el que una parte de la infancia se configura, en palabras de
Violeta Núñez, como resto, ya no en el sentido metafórico, sino como resto
material de un mundo que no les hace lugar. En este escenario los adultos nos
mostramos, además, cada vez menos convencidos acerca de cuál es “nuestro mundo”
y cuál es nuestro lugar en él; cada vez con mayor frecuencia nos encontramos
situados en el lugar del no saber que reservábamos a los niños, sin entender,
cual es el mundo en el que vivimos y por el que, se supone, deberíamos
responder. …como generación nos mostramos a veces impotentes y a veces
indiferentes frente a la brutal fragmentación social que en las ultimas décadas
ha encontrado en los niños sus principales víctimas, y que, condena a buena
parte de la población infantil a la exclusión.
Y aunque sostenemos todavía (en las familias, en
las escuelas) el gesto de la trasmisión, éste resulta ineficaz si no podemos
reconocer que habitamos un mundo común y si no podemos asumir la
responsabilidad de recibir a los que llegan a él”.
“…si hoy la infancia nos sorprende de una manera
particular es también porque conmueve las certezas que históricamente habíamos
construido acerca de cómo los niños son y deben ser, acerca de lo que harán en
su devenir con el mundo y en él. En efecto, llevamos por lo menos tres siglos
produciendo un saber acerca de la infancia con el propósito de-a pesar de las
advertencias de la filosofía- despejar todo enigma, anticipar la novedad y
controlar sus efectos. Hoy ese saber se muestra ineficaz para dar cuenta de la
multiplicidad de modos de transitar la infancia, de las maneras particulares en
que tiene lugar el devenir infantil”.
“… alguna vez dispusimos de un saber que ocupó el
lugar de esa certeza y que sostuvo una fenomenal maquinaria de
institucionalización de la infancia que fijó las coordenadas dentro de las
cuales los niños serían reconocidos como tales: das de la infancia moderna.
Hoy, cuando esas coordenadas tambalean, otros cuerpos se hacen visibles y la
infancia emerge múltiple, desconocida, desconcertante”.
“¿Qué hay de nuevo en las nuevas infancias?” de
Gabriela Diker
de Silvia Vilches y Ruth Chackiel
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