jueves, 11 de abril de 2013

Las nuevas infancias y los medios didácticos


NUEVAS INFANCIAS PARA NUEVOS MEDIOS DIDÁCTICOS
“Con cada nacimiento algo singularmente nuevo entra en el mundo”
Hannah Arendt
En la última década, con la difusión los nuevos medios de comunicación digitales, las nuevas tecnologías, se han producido grandes cambios en la vida personal, laboral, a nivel grupal y social. Con este nuevo escenario, la educación también se ve inmersa en una nueva realidad y debe transformarse para subsistir. Aparecen así cambios en las formas de circulación y apropiación del conocimiento, cambios que implican otros modos de intervención docente y construcción de nuevos espacios educativos en línea, por ejemplo.
Estos cambios han comenzado a generar expectativas y demandas múltiples hacia el Estado, los sistemas de enseñanza y los docentes. Asimismo, plantean nuevos desafíos educativos y de gestión del conocimiento a diversos tipos de organizaciones.
En las sociedades modernas se cree que el niño al nacer trae consigo algo nuevo. Jorge Larrosa dice que un niño  que nace es “algo otro”. No podemos saber cómo serán esos nuevos niños que llegan al mundo pero como adultos intentamos por todos los medios reducir esas diferencias, educándolos para convertir a cada niño en uno de nosotros. Entonces dejan de ser una amenaza para convertirse en la esperanza de la continuidad como aporta Gabriela Diker.
“Como efecto de diversos procesos… hoy se registran cambios muy profundos en el modo en que los “nuevos” ingresan al mundo y en el modo en que el mundo les es presentado…hoy hay miles de pantallas presentando una infinidad de mundos (reales o virtuales, poco importa) a los que los niños llegan y de los que participan sin la intermediación adulta; al mismo tiempo fuera de las pantallas hay un mundo que tampoco parece tener porteros, ni discursos de bienvenida, ni gestos de recepción, en el que no hay lugar para todos, y en el que una parte de la infancia se configura, en palabras de Violeta Núñez, como resto, ya no en el sentido metafórico, sino como resto material de un mundo que no les hace lugar. En este escenario los adultos nos mostramos, además, cada vez menos convencidos acerca de cuál es “nuestro mundo” y cuál es nuestro lugar en él; cada vez con mayor frecuencia nos encontramos situados en el lugar del no saber que reservábamos a los niños, sin entender, cual es el mundo en el que vivimos y por el que, se supone, deberíamos responder. …como generación nos mostramos a veces impotentes y a veces indiferentes frente a la brutal fragmentación social que en las ultimas décadas ha encontrado en los niños sus principales víctimas, y que, condena a buena parte de la población infantil a la exclusión.
Y aunque sostenemos todavía (en las familias, en las escuelas) el gesto de la trasmisión, éste resulta ineficaz si no podemos reconocer que habitamos un mundo común y si no podemos asumir la responsabilidad de recibir a los que llegan a él”.
“…si hoy la infancia nos sorprende de una manera particular es también porque conmueve las certezas que históricamente habíamos construido acerca de cómo los niños son y deben ser, acerca de lo que harán en su devenir con el mundo y en él. En efecto, llevamos por lo menos tres siglos produciendo un saber acerca de la infancia con el propósito de-a pesar de las advertencias de la filosofía- despejar todo enigma, anticipar la novedad y controlar sus efectos. Hoy ese saber se muestra ineficaz para dar cuenta de la multiplicidad de modos de transitar la infancia, de las maneras particulares en que tiene lugar el devenir infantil”.
“… alguna vez dispusimos de un saber que ocupó el lugar de esa certeza y que sostuvo una fenomenal maquinaria de institucionalización de la infancia que fijó las coordenadas dentro de las cuales los niños serían reconocidos como tales: das de la infancia moderna. Hoy, cuando esas coordenadas tambalean, otros cuerpos se hacen visibles y la infancia emerge múltiple, desconocida, desconcertante”.
“¿Qué hay de nuevo en las nuevas infancias?” de Gabriela Diker

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